Hasta que tuve siete años no pude establecer ninguna diferencia entre los sexos.
Iba a decir (los dos sexos), pero actualmente existen tantas variedades que, si alguien dice (los dos sexos) se expone que lo cataloguen de caduco y anacrónico, preguntándose en que cueva habrá residido los últimos años.
La primera vez que me di cuenta de que existía un mundo fantástico fue cuando vino un día a visitar a mi madre la única tía de mi familia que estaba cargada de dinero, y mucho aire piripi. Era la esposa de un gran fabricante de tejidos y, aunque todavía era joven, había estado por todo el mundo. Su cabello era rojo, llevaba unos tacones altos y tenia unas formas bellas, que se acentuaban en todas partes de su cuerpo.
Lo único que siento es que mi edad no fuera adecuada al hecho de concertar una cita con ella.
Cuando entró en nuestro piso, toda la atmósfera se llenó de una fragancia exótica y seductora, fragancia que mas tarde a lo largo de mi vida reconocí como el olor típico de un burdel. En aquel momento, no tenía idea de lo que estaba inhalando. Realmente era un olor excitante, nunca anteriormente había olfateado algo parecido.
Mi tía era extraordinariamente hermosa y, cuando me miró, sonrió con un aire de admiración. Volviéndose hacia mi madre, le dijo:
¿Sabes Inés? Tu hijo tiene los ojos pardos más grandes y más hermosos que he visto.
Hasta aquel momento, jamás había pensado en mis ojos. ! OH ¡Sabía que era miope, pero nunca se me había ocurrido que mis ojos tuvieran algo fuera de lo normal.
Consciente desde ahora de mis encantos recién descubiertos, alcé mis cejas tanto como pude y clavé mi mirada en ella. No volvió a mirarme, pero yo proseguí observándola fijamente con la esperanza de que, si mis ojos seguían penetrándola, ella me pagaría con un nuevo cumplido.
Pero, no. Estaba muy ocupada charlando con mi madre y, por lo visto, se había olvidado completamente de mí. Empecé a moverme de un lado para otro frente a ella, esperando que volviera a decirme algo adulador acerca de mis grandes ojos pardos.
Al cabo de un rato, las órbitas de mis ojos empezaron a dolerme a causa de aquel esfuerzo desacostumbrado y su perfume iba mareándome cada vez más. Parecía que aún me era imposible atraer su atención. Sin embargo, desesperado por lograr otro elogio referente a mis ojos, empecé a toser.
No se trataba de una tos suave y discreta, sino una tos constante. Como resultado de aquella tos, empezó a dolerme la cabeza. No obstante, a pesar de mí esfuerzo, no volvió a fijarse en mí.
Abandone la habitación con fiebre pero muy feliz, ante el primer cumplido que recibí de una mujer..., aunque solo fuera de mi tía.
Pasó mucho tiempo antes de que me mirara en el espejo y descubriera que mis ojos son verdosos
lunes, 30 de noviembre de 2009
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4 comentarios:
prometo mirarte a los ojos hasta derretirte, si vos haces lo mismo con mis ojos y mi blog...
Me encanta como lo cuentas...
Te imagino con esa mirada insistente buscando otro cumplido.
Un beso.
cuando era chiquita, me enamore de un amigo de mi papa, que a los 15 me empezo a mirar un poco interesado...me pegue un susto que no quise verlo mas!!!!
Estas fantasias las hemos tenido todos...y son lindas para recordar.
Muy lindo relato,gracias por seguir mi blog!!!!
Me ha gustado tu historia, me ha hecho mucha gracia tu primer encuentro con las fascinantes señoras estupendas.
Si tienes suerte conocerás a otras, pero no te fies mucho de ellas...
Me doy un paseo por aquí.
Un abrazo David.
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